En estos primeros nueve meses del año, nos hemos tenido que adaptar a las medidas para afrontar el Covid. A partir del 23 de agosto, en el Decreto 123, se regulan las condiciones para entrar en un periodo transitorio llamado “nueva realidad”. Bajo este lema, se promueve la reactivación de los sectores económicos a través de la distribución razonable de las diferentes actividades comerciales, laborales y de servicios, mediante la aplicación de franjas y horarios de funcionamiento.
Anteriormente, debido a las aglomeraciones, era difícil acceder a los restaurantes, a menos de realizar una fila de al menos media hora; comer en una plazoleta de comidas, sin durar algunos minutos buscando una mesa; ingresar a un centro comercial sin hacer al menos una fila de 15 minutos en el parqueadero e ir al gimnasio en hora pico, significaba extender la rutina media hora esperando el turno en los equipos. Desde mi experiencia, a raíz de la aplicación de horarios de funcionamiento y la solicitud obligatoria de reservar, he podido disfrutar algunos servicios que anteriormente eran más complejos de utilizar. En los centros comerciales, el distanciamiento permitió que se eviten las aglomeraciones y hace más sencillo el uso de todos los servicios. La descongestión a hecho que la experiencia de: comprar, caminar y comer, sea más agradable.
Esta situación me llevó a pensar que es necesario continuar aplicando la distribución de las actividades y no sólo comerciales, sino de todo tipo. Esta no debe ser solo una medida temporal sino debe implementarse a largo plazo. Aplicar este tipo de lineamientos permite múltiples beneficios: la disminución del tráfico, el descenso de las aglomeraciones, la reducción de los tiempos de espera de los servicios y el mejor disfrute de las experiencias en la ciudad.
Esto, sin embargo, debe ir acompañado de otras acciones que permitan atender la demanda e incrementar el tiempo de disfrute en estos espacios. Me imagino una ciudad "viva". Lo anterior, permitiría acceder a los servicios y actividades durante más horas al día. De a 7:oo a.m a 12:oo de la noche, serían 17 de horas de oferta continua, además del incremento de los puestos de trabajo. Este horario permitiría que, tanto como madrugadores como trasnochadores, disfruten de acuerdo a sus preferencias.
No sé si ampliar los horarios de prestación de servicios sea una medida efectiva para mejorar nuestra experiencia, pero sí estoy segura que todos estos cambios, nos hacen un llamado a repensar la forma que actualmente utilizamos la ciudad. Algunas acciones como hacer la reserva obligatoria, el control del aforo, al alternancia de actividades y horarios, la virtualización de actividades laborales y servicios permitirán un mejor uso y goce la ciudad, siendo necesarias si queremos cambiar la forma en la que utilizamos y accedemos a los servicios en Bogotá.
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